Celler Cal Marino
(Margarit, 54). Abierta desde 2009, anteriormente fue un taller mecánico de neumáticos de coche. Su propietario, Eduard, antes de vender vermut había vendido de todo y tiene las cualidades del oficio; además, es el responsable de la destacable decoración de la bodega.
De su oferta culinaria, destacamos las croquetas, con increíbles combinaciones. Los Xapines una especie de tostadas con una gran variedad de cosas por encima o las "papas arrugás" con tres tipos de salsas.
Como buena bodega, ofrecen vino a granel, pero también, tienen una muy extensa gama de vinos embotellados.
Bodega La Tieta
(Blai, 1). La Tieta es apenas una barra de mármol rellena de buenos vinos, botellas de vermut y uno de esos lugares donde tiran bien la caña, además con una terraza encantadora. Eli & Irene, sus propietarias, la han decorado con mucho gusto y que, pese a ser joven, transmite la sensación de llevar allí mucho tiempo.
El vermut casero, los buenos vinos y las cervezas artesanas no faltan jamás. Además, organizan catas en un ambiente muy familiar.
Quimet & Quimet
(Poeta Cabanyes, 25). Abrió sus puertas en el año 1914, entonces sólo como bodega y cuatro generaciones de Quimets ofreciendo tapas deliciosas, buenos vinos y buen humor, lo avalan.
Este minúsculo bar-bodega deleita a su fiel público con increíbles tapas clásicas y de autor y platillos de cocina de mercado. Es literalmente un pecado perderse sus ahumados, surtidos de quesos o montaditos como el de anchoa y yogur.